viernes, julio 01, 2011

LA PRIMERA REVOLUCION EN AMERICA


Clovis Díaz
En el Siglo XVIII, dos grandes revoluciones sacudieron el mundo occidental: la Independencia de Estados Unidos el 4 de julio de 1776 y la Revolución Francesa, el 14 de julio de 1789. Ambas, salvando tiempo y distancia, influyeron en un nuevo orden de carácter mundial y alimentaron con sus ideas los movimientos independentistas del Siglo XIX en América Latina.
La Revolución del 4 de julio de 1776 se adelantó políticamente a la Revolución Francesa, al cercenar de las Trece Colonias asentadas en América del Norte, el cordón umbilical del absolutismo británico y probar en los campos de batalla, que las milicias patriotas podían enfrentar y vencer al poderoso ejército colonial.
Las costas de lo que hoy conocemos como Estados Unidos, atrajeron entre los siglos XVI, XVII y XVIII a potencias europeas y sus famosas “Compañías” -Compañía de Nueva Francia; Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, por ejemplo- que enviaban miles de colonos con el objeto de explotar los ingentes recursos naturales y, en particular, la tierra.
Grupos religiosos disidentes o perseguidos en sus países de origen, a su tiempo, ocuparon un lugar en el inmenso territorio americano, entonces poblado por una especie de confederación de tribus; original sistema que llegaba incluso hasta Canadá.
En la América del Norte del Siglo XVIII ocurría un fenómeno que, aunque subjetivo, fue tomando cuerpo hasta convertirse en un alegato ideológico: los colonos ingleses y sobre todo su descendencia se autonombraban “americanos”. Bajo aquella premisa hasta cierto punto nacionalista, levantaron el pendón de una patria y de una nación independiente, libre de impuestos y de gravámenes que costeaban el ocio de la nobleza británica y de sus guerras coloniales.
Fenómeno histórico social que se repitió en el Alto Perú (hoy Bolivia), en el Siglo XIX cuando los españoles nacidos en esta parte de Latinoamérica reclamaban para sí el título de “criollos, altoperuanos”, grupo que encabezó los levantamientos anticoloniales hasta lograr la Independencia de Bolivia en 1825. Valga la comparación.
El ingreso de diversos y diferentes tipos de grupos humanos, al extenso territorio de América del Norte -a los que debemos añadir esclavos traídos del Africa- y luego la permanente afluencia de otros tipos modernos de colonización encubierta de europeos, asiáticos y latinoamericanos, ha sido constante desde la Independencia de Estados Unidos de Norteamérica hasta nuestros días.
Debido a esta enorme concurrencia de inmigrantes, la Historia de los Estados Unidos confirma que la diversidad no es un obstáculo para la unidad, aunque la Guerra civil de 1861 parecía desdecir aquel factor de unión, enfrentando al Norte con el Sur. Los del Norte luchaban porque acabara el sistema de esclavitud. Los del Sur lo defendían porque sin esclavos no habría producción. Empero con el devenir del tiempo las cicatrices sanaron.
Entre 1876 a 1900, Estados Unidos desarrolló su industria y fue transformándose en uno de los países más ricos del Mundo. La gran crisis y depresión mundial de 1929, que en realidad anunciaba la Segunda Guerra Mundial, fue otro factor que potenció la modernidad de Estados Unidos. En la primera década del Siglo XXI continúa el ascenso económico y tecnológico de EEUU.
La Primera Gran Revolución Americana de 1776 en otra de sus facetas hizo posible que el “hombre americano” dedique parte de su creatividad relatando el esfuerzo de sus habitantes en la nueva Patria. Entre ellos destaca Washington Irving, autor de “Historia de Nueva YorK”; Fenimore Cooper y su conocidísima obra “El último de los mohicanos”, Nathaniel Hawtorne con su novela “La letra escarlata”. Luego, obras que suceden a la Guerra antiesclavista de 1861; “La cabaña del tío Tom”, de Harriet Beecher-Stowe. El autor de “El Cuervo” (Nevermore), Edgar Allan Poe. “Un yanqui en la Corte del Rey Arturo”, “Aventuras de Tom Sawyer” de Mark Twain. “Colmillo Blanco” de Jack London, etc.