La Paz.- (EL DIARIO).- Los
movimientos sociales en Bolivia, son grupos heterogéneos que a partir de la década de los años 70 del pasado
Siglo, fueron ocupando parte del vacío sindical dejado por la desmovilización
forzosa del proletariado minero; por la
debilidad de otras organizaciones de trabajadores y ante el primer
desmoronamiento del sistema de partidos políticos.
Son grupos
relativamente politizados, sin líderes ni caudillos conocidos. No están
encuadrados en una determinada corriente ideológica y tienen la virtud de
concentrarse y desconcentrarse rápidamente,
como se verá a lo largo de la presente investigación.
El golpe de Estado
del entonces coronel Hugo Bánzer Suárez, iniciado entre el 19 y 21 de agosto de
1971, había exiliado a los partidos que meses atrás, reunidos en la Asamblea
Popular, intentaban un gobierno de corte socialista.
El cruento golpe
civil-militar, fue apoyado por dos tiendas antagónicas: El MNR dirigido por
Víctor Paz y Falange Socialista, liderado por Mario Gutierrez Gutierrez. Dos
enemigos mortales, enfrentados desde el 9 de abril de 1952, hicieron las paces.
La tendencia militar había triunfado y Bánzer, líder de las Fuerzas Armadas
consolidó su gobierno hasta el año 1979.
En aquel lapso de
tiempo, todos los derechos habían sido conculcados. Miles de personas buscaron
seguridad en los países vecinos, ante la avasalladora fuerza de la dictadura.
Sólo estaban vigentes los partidos golpistas y algunas organizaciones nacidas
al calor de los intereses cívico-militares, entre ellas, sin duda alguna, el
Pacto Militar-Campesino, roto más tarde por contradicciones irreconciliables en
ambos bandos.
En el exterior del
país, en calidad de fugitivos y exilados, ciudadanos bolivianos; intelectuales,
dirigentes de partidos de izquierda; líderes obreros y campesinos trataron de
formar una resistencia organizada que sólo funcionó en los niveles de la
propaganda política porque, en los hechos, sus diferencias ideológicas,
trasladadas fuera de las fronteras bolivianas, impedían cualquier unidad y
mucho menos el retorno al territorio boliviano para combatir la dictadura.
El exilio, generó
también un profundo vacío en las organizaciones laborales de las ciudades y del
área rural. Vacío que fue llenado de inmediato por grupos adictos a Bánzer,
mientras que en el seno del gobierno, cundía la división en el MNR, a tal punto
que Víctor Paz, rechazado por sus propios dirigentes medios, halló asilo en
Lima, Perú. En el fondo, comenzaba el debilitamiento paulatino de las
dictaduras militares no sólo en Bolivia, sino en toda América Latina.
En ese punto de
inflexión, situaríamos el avance de algunos grupos sociales que, ante la ausencia de
organizaciones laborales, campesinas y de partidos políticos, fueron creando
cuerpo. Cuando fue derrotada la
dictadura de Bánzer, afloró ese tipo de organizaciones. El nuevo gobierno de Hernán Siles Zuazo
(MNRI), aliado con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Partido
Comunista de Bolivia (PCB), recibió el apoyo de los sectores populares, pero no
por mucho tiempo.
La frágil economía
boliviana, acentuada por una hiperinflación que rebasó el 25 mil por ciento de
la pérdida adquisitiva del peso boliviano; la caída vertical de los precios
internacionales del estaño y de otras materias primas exportables, generó un
estado de convulsión extremo. Más de 10 mil mineros, provenientes de las minas
nacionalizadas en quiebra, llegaron a la ciudad de La Paz y la sitiaron.
Siles estaba
sentenciado y desde el Parlamento, acortaron su mandato. En la oposición, operaban desde el Palacio
Legislativo, el MNR de Victor Paz y Acción Democrática Nacionalista (ADN),
partido fundado por el General Hugo Bánzer.
En 1985, Víctor
Paz Estenssoro asumió nuevamente la presidencia de la República y de inmediato
lanzó el Decreto 21060, por el que “relocalizó” (despidió), de sus fuentes de
trabajo a miles de mineros y trabajadores de las minas nacionalizadas. La
Central Obrera Boliviana, las federaciones campesinas, los sindicatos del
Magisterio y organizaciones laborales, fueron diezmadas. Fenómeno político que
marcaría definitivamente, la creciente debilidad de las instituciones obreras y
campesinas hasta nuestros días.
EL REINADO DE LOS
MOVIMIENTOS SOCIALES
Al ingresar a los
primeros años del Siglo Veintiuno, los grupos poblaciones del campo y la
ciudad, hicieron de vanguardia en los enfrentamientos callejeros contra
gobiernos de corte democrático. Levantaron cada vez con mayor fuerza y éxito,
el estandarte de la sublevación como
ocurriera en la “Guerra del Agua, en Cochabamba y luego, en Octubre 2003, en
las ciudades de El Alto y de La Paz. Amotinamiento civil que culminó con la
renuncia del mandatario Gonzalo Sánchez de Lozada.
La Central Obrera
Boliviana (COB), la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia
(FSTMB), la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia
(CSUTCB), y otras federaciones que heredaron el desgaste de las décadas
pasadas, actuaron prácticamente en la
retaguardia de las grandes movilizaciones sociales de última generación,
siguiendo y apoyando a los movimientos sociales que, sin pertenecer a una clase
definida o más bien, integrados por gente de todas las clases sociales, dirigía
las acciones contra determinadas instancias y pertenencias del Estado.
Podemos afirmar,
que la primera década del Siglo Veintiuno, perteneció a la inventiva y accionar
de los movimientos sociales.
Los “movimientos
sociales” muestran en la práctica diaria su espíritu independiente, reacio
a compromisos y alianzas políticas que no respondan en última
instancia, a sus intereses. Actúan casi siempre, impulsados en nombre de reivindicaciones
concretas.
Una vez que han
logrado sus objetivos, retornan a la calma y se difuminan en estado latente,
hasta que sale a la superficie una nuevo reto que combatir, no importando quién
esté al frente, sea aliado o enemigo potencial.
ANALISIS
ERRONEO
En la actualidad,
ideólogos cercanos al indigenismo, erróneamente, afirman que los movimientos
sociales constituyen la base social del proceso de cambio; que son la fuerza
viva que sustenta al gobierno. Tesis que encuentra su antítesis precisamente, en el espíritu independiente, crítico y caótico de los grupos sociales.
La tesis, habría
tomado como centro del análisis, la premisa de que el líder del proceso de
cambio, obtuvo seguidas victorias en los eventos electorales, incluido un
referéndum revocatorio con el voto de los movimientos sociales y que por lo
tanto, éstos son, naturalmente, la base social y estable del proyecto.
Enfoque irreal,
que habría olvidado, tal vez, la mutabilidad constante de los movimientos
sociales.
La tesis oficial,
respondería más bien a un análisis estático que no habría considerado el cambio
como único factor permanente. Al decir cambio, decimos avance, desarrollo,
ruptura.
Si bien es cierto
que el gobierno es apoyado por otros movimientos sociales, cuyos intereses aún
no han entrado en contradicción con el Palacio Quemado; la tendencia sugiere
más temprano que tarde, una posible
“bifurcación” entre ambas partes.
En ese marco
dialéctico, citemos como experiencia los violentos sucesos de Octubre 2003,
cuando los movimientos sociales, organizaciones laborales y de
vecindarios, buscaron un cambio (“Agenda de Octubre”), deponiendo
al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada;
anulando poco después, a los
sobrevivientes del antiguo sistema político: Mesa-Veltzé.
Hay indicios de que aquel impulso
no habría culminado su ciclo en Octubre 2003, sino que estaría presente y
activo en la actual etapa de
contradicciones, entre el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), y los movimientos
sociales “disidentes”.
PUNTOS DE
RUPTURA
En
realidad, los movimientos sociales no han dejado de operar jamás. Por ejemplo
el paro cívico del departamento de
Potosí en agosto 2010 que, por su fortaleza consiguió movilizar al país,
superando en expectativas a la desaparecida “media luna”. Causó deterioro
interno en el MAS y desgastó al mismo gobierno. Félix González, gobernador de
Potosí, dejó coyunturalmente su militancia para integrarse al paro. Lo mismo
hicieron diputados potosinos del MAS.
Vale
la pena comentar los eventos de diciembre 2010 nada casuales. Elevar el costo
de los hidrocarburos fue fatal para el gobierno y diseñó un punto de inflexión
caracterizado por la dramática ruptura
de la fascinación y encanto que hasta entonces unía a los movimientos sociales
y organizaciones de clase, con el gobierno del Movimiento Al Socialismo.
El
26 de diciembre, día del “gasolinazo” (Decreto 748), se rompió la atracción que
ejercía la imagen del primer mandatario en los grandes grupos populares. El
Decreto, impactó en la economía de los
movimientos sociales; descubrió
la debilidad organizativa del MAS y tocó directamente al liderazgo del primer
presidente indígena.
En
una semana, cambió radicalmente la situación del MAS, cuya militancia no apoyó el gasolinazo. Fenómeno explicable porque el
partido de gobierno, se alimentaba hasta
la firma del Decreto, de los movimientos
sociales. ¿Cómo podían apoyar al gobierno, si estos grupos humanos estaban en las
calles, rechazando el gasolinazo?
Fue también un examen para el
MAS, cuya estructura partidaria o no existía a nivel de un verdadero partido
político o en su defecto, no pudo ser activada en defensa del gobierno porque,
sus “militantes” sociales estaban protestando en las calles de pueblos y
ciudades contra el reciente alza del costo de vida.
En la ciudad de El Alto, el
Alcalde Edgar Patana (MAS), fue echado de su oficina, mientras la multitud
exigía la derogación del “gasolinazo” y
la renuncia de todo el gobierno. El 30 de diciembre, sindicatos y cooperativas
mineras de Oruro y Potosí, anunciaron que marcharían hacia La Paz, hasta conseguir la derogatoria
del “gasolinazo”, retrotrayendo imágenes de Octubre 2003.
La noche del viernes 31, horas
antes de Año Nuevo, el primer mandatario,
obligado por las circunstancias derogó el Decreto 748, porque “mandaba
obedeciendo al pueblo”. Pese a ello, el
efecto colateral del gasolinazo, repercutió de inmediato en la escasez de
alimentos, factor que influyó en nuevas marchas y paros.
En la ciudad de Oruro durante los
festejos cívicos del 10 de febrero 2011, una marcha convocada por la Central
Obrera Departamental, logró que la comitiva oficial abandonara los homenajes
cívicos. Días más tarde, otro mitin
popular salido de El Alto a la ciudad La Paz, planteó la renuncia de la
nueva Ministra de Desarrollo, Teresa Morales.
METAMORFOSIS
La metamorfosis de
los movimientos sociales, de subyugados a oponentes, alcanzó a las
organizaciones laborales. La Central Obrera Boliviana que tenía de Secretario
Ejecutivo a Pedro Montes, hombre fuerte del proceso de cambio postulado por el
MAS, jugaba un papel neutral, hasta que la
presión interna de los sectores de la COB y el ataque desde las filas
del oficialismo contra el propio Secretario Ejecutivo, volcaron las
preferencias de Montes hacia los sectores que no comulgan con el oficialismo.
El trascendental cambio de opinión de Montes, alineó a la COB a favor de los movimientos sociales disidentes. Esa fue
otra ruptura, que indudablemente, debilitó el proyecto del gobierno.
El
viernes 18 de febrero 2011, la COB con su nueva indumentaria, paralizó la sede de gobierno primero en
rechazo a cualquier elevación del costo de pasajes en el servicio público;
segundo, reclamando un salario justo ante la elevada inflación; tercero, contra la escasez de alimentos y
cuarto, exigiendo la renuncia de los principales ejecutivos del gobierno.
Pero,
las organizaciones obreras, no son las únicas respondonas. En el marco de
esta metamorfosis, el Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qollasuyo
(CONAMAQ), organización de raigambre campesina, rechazó en julio pasado la
sugerencia del gobierno de adquirir el excedente de coca producida en el
Chapare, para evitar que la hoja
milenaria alimente a las fábricas de cocaína del narcotráfico.
TIPNIS
Los
pobladores del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS),
adscritos a la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB), otrora
seguidores del MAS, constituyen otro valioso aporte a la tesis de que, los
movimientos sociales son ante todo, independientes y que rompen sus ataduras
políticas, si éstas no están en correspondencia a sus intereses económicos y
culturales.
Como es de
dominio público, treinta y cuatro comunidades y doce regiones que viven o
dependen del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS),
apoyados por la CIDOB y organizaciones indígenas del área amazónica de nuestro
país, marchan para impedir la construcción de una carretera a San Ignacio de
Moxos. La extensa zona selvática posee un millón 236 mil hectáreas de fértil territorio, fue denominada “Parque Nacional Isiboro-Sécure”,
en 1965. En 1990, logró el status de
Territorio Indígena.
En el
presente análisis de investigación, dejamos el problema caminero para enfocar
la profundidad del problema: la marcha del Tipnis, suma las contradicciones
entre varios movimientos sociales y la política del gobierno boliviano.
En efecto.
las nuevas contradicciones, han trasladado el conflicto social al Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure
(TIPNIS), y se hizo fuerte después que la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), anunciara
que los pobladores de la región, apoyados por diversas etnias del oriente,
marchan hacia la ciudad de La Paz, con el objeto de impedir la mencionada
carretera.
El
presidente de la CIDOB; Adolfo Chávez, dijo que esta organización podría
pasarle la factura al gobierno, votando por el “NO” en octubre, si no se detiene el proyecto caminero
apoyado económicamente, en parte, por el gobierno de Brasil.
Después
que el gobierno de Brasil y su embajador
en Bolivia, Marcel Fortuna Biato, sugirieran que la administración de Evo
Morales inicie diálogo con los indígenas
opuestos a la construcción de la carretera, surgieron posiciones muy duras que han impedido
cualquier acercamiento.
¿Cómo se
explica que otro movimiento social, esta vez del oriente boliviano, eche por la
borda su alianza con el MAS?
Sin duda
alguna, la CIDOB, de larga historia sindical y una de las primeras
organizaciones que introdujo en Bolivia,
la marcha interdepartamental como forma de lucha reivindicativa; ya no
pertenece al área de influencia del MAS.
MOVIMIENTOS
SOCIALES OPUESTOS
Hay otra
figura que tal vez, repercuta en este conflicto a medida que los indígenas
avanzan hacia la sede del gobierno y que necesariamente, deben transitar por el
subtrópico de Cochabamba. Los marchistas del TIPNIS, calculan que su caminata
hasta La Paz, duraría más de un mes. En ese período de tiempo, núcleos sociales
pertenecientes a la Seis Federaciones de
Productores de Coca del Trópico de Cochabamba y
organizaciones femeninas cercanas a las “bartolinas”, intentarían posiblemente neutralizar a los caminantes del TIPNIS.
Por otra
parte, la Confederación Sindical de Campesinos Interculturales de Bolivia
(CSCIB), declaró públicamente su deseo por ocupar las tierras del Parque. Esta Confederación, podría desviar la lucha de las comunidades que pueblan el
TIPNIS y transformar el rechazo a la construcción de la carretera, en una lucha
por la posesión de tierras del Parque Isiboro-Sécure.
Otro
indicio del malestar emergente, es la disminución del grado de influencia de la
Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), en
los trabajadores rurales, por su
indiferencia ante los problemas que atañen a las etnias del oriente. La CSUTCB
ha intercedido reiteradamente en favor del gobierno para desmovilizar la marcha
del TIPNIS y deslindó cualquier ligazón
con el esfuerzo de los marchistas.
La
organización opuesta y que podría suplantar a la CSUTCB o por lo menos atraer a
los sectores campesinos, sería el CONAMAQ, que empieza a ocupar el vacío
político de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de
Bolivia. El CONAMAQ, por su audacia y línea contestataria al gobierno, no sólo
participa en la problemática del TIPNIS, sino que también, se posesiona como
una entidad leal, por encima de cualquier convenio político, hacia la masa
campesina e indígena.
Mientras tanto, se han pronunciado con
vehemencia dos estamentos: la Federación
de Juntas Vecinales (FEJUVE) de la ciudad de El Alto, que exige entre otras
reivindicaciones la realización del Censo y la Central Obrera Boliviana (COB),
que reclama el cumplimiento de ocho puntos. Los más importantes, son:
reestructuración de la Caja Nacional de Salud,
respeto al fuero sindical, abrogación del decreto 21060 y cumplimiento
del incremento salarial.
CONCLUSIONES
El impulso combativo y de cambio
que levantó a miles de ciudadanos en las ciudades de El Alto y La Paz, en
Octubre 2003, hasta lograr la renuncia del primer mandatario Gonzalo Sánchez de Lozada, de sus aliados Manfred
Reyes Villa y Jaime Paz Zamora y luego quitar el respaldo político a los
sucesores Carlos Mesa y Rodriguez Veltzé, no
fue agotado en aquella etapa de cruenta convulsión social.
Aquel ciclo no culminó el 2003 y
parece estar presente en los ajetreos de los movimientos sociales que desde
entonces hasta nuestros días izan la bandera de viejas y nuevas
reivindicaciones.
Está planteado en el escenario
nacional, la existencia objetiva de movimientos sociales “disidentes” que si en
principio apoyaron al gobierno del MAS, hoy constituyen la fuerza primordial
que se rebela contra quienes no cumplen la “agenda de Octubre”.
Estos movimientos disidentes, no
son producto del trabajo de la oposición política, porque ésta deambula bajo
los efectos demoledores de Octubre 2003. En efecto. La oposición no tiene un
norte ni un programa alternativo. Su actividad se resume a intervenciones
ocasionales de los parlamentarios asambleístas.
En cuanto a los movimientos
sociales, que aún están bajo la influencia del MAS; podrían ser utilizados
contra los movimientos sociales “disidentes”.
Sin embargo, esta posibilidad es cada día más remota por la
característica principal de los movimientos oficialistas y disidentes: espíritu
independiente y tendencia a romper lazos
políticos y alianzas, si sus intereses no son respetados o no son atendidos a
tiempo. Así lo señala la experiencia que vivimos a lo largo y ancho de nuestro
país.
Al concluir nuestra investigación
sobre los movimientos sociales, debemos apuntar que, las organizaciones
campesinas e indígenas, entre ellas la CSUTCB, sufren también los rigores
impuestos por el levantamiento de Octubre 2003. No sería raro que, la
Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, pase de las
manos del oficialismo a las manos del CONAMAQ, como sugieren las tendencias de
cambio y reacomodo de fuerzas sociales (clovisdiaz@yahoo.es).-.
Artículo publicado en Agosto 2011. Por su contenido actual, lo edito nuevamente.-.
Artículo publicado en Agosto 2011. Por su contenido actual, lo edito nuevamente.-.
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