viernes, mayo 11, 2012

LA INDEPENDENCIA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN BOLIVIA

Por Clovis Díaz.-
La Paz.- (EL DIARIO).-    Los movimientos sociales en Bolivia, son grupos heterogéneos  que a partir de la década de los años 70 del pasado Siglo, fueron ocupando parte del vacío sindical dejado por la desmovilización forzosa del proletariado minero; por  la debilidad de otras organizaciones de trabajadores y ante el primer desmoronamiento del sistema de partidos políticos.

Son grupos relativamente politizados, sin líderes ni caudillos conocidos. No están encuadrados en una determinada corriente ideológica y tienen la virtud de concentrarse y desconcentrarse rápidamente,  como se verá a lo largo de la presente investigación.

El golpe de Estado del entonces coronel Hugo Bánzer Suárez, iniciado entre el 19 y 21 de agosto de 1971, había exiliado a los partidos que meses atrás, reunidos en la Asamblea Popular, intentaban un gobierno de corte socialista.

El cruento golpe civil-militar, fue apoyado por dos tiendas antagónicas: El MNR dirigido por Víctor Paz y Falange Socialista, liderado por Mario Gutierrez Gutierrez. Dos enemigos mortales, enfrentados desde el 9 de abril de 1952, hicieron las paces. La tendencia militar había triunfado y Bánzer, líder de las Fuerzas Armadas consolidó su gobierno hasta el año 1979.

En aquel lapso de tiempo, todos los derechos habían sido conculcados. Miles de personas buscaron seguridad en los países vecinos, ante la avasalladora fuerza de la dictadura. Sólo estaban vigentes los partidos golpistas y algunas organizaciones nacidas al calor de los intereses cívico-militares, entre ellas, sin duda alguna, el Pacto Militar-Campesino, roto más tarde por contradicciones irreconciliables en ambos bandos.

En el exterior del país, en calidad de fugitivos y exilados, ciudadanos bolivianos; intelectuales, dirigentes de partidos de izquierda; líderes obreros y campesinos trataron de formar una resistencia organizada que sólo funcionó en los niveles de la propaganda política porque, en los hechos, sus diferencias ideológicas, trasladadas fuera de las fronteras bolivianas, impedían cualquier unidad y mucho menos el retorno al territorio boliviano para combatir la dictadura.

El exilio, generó también un profundo vacío en las organizaciones laborales de las ciudades y del área rural. Vacío que fue llenado de inmediato por grupos adictos a Bánzer, mientras que en el seno del gobierno, cundía la división en el MNR, a tal punto que Víctor Paz, rechazado por sus propios dirigentes medios, halló asilo en Lima, Perú. En el fondo, comenzaba el debilitamiento paulatino de las dictaduras militares no sólo en Bolivia, sino en toda América Latina.

En ese punto de inflexión, situaríamos el avance de algunos grupos  sociales que, ante la ausencia de organizaciones laborales, campesinas y de partidos políticos, fueron creando cuerpo. Cuando fue  derrotada la dictadura  de Bánzer, afloró ese  tipo de organizaciones.  El nuevo gobierno de Hernán Siles Zuazo (MNRI), aliado con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Partido Comunista de Bolivia (PCB), recibió el apoyo de los sectores populares, pero no por mucho tiempo.

La frágil economía boliviana, acentuada por una hiperinflación que rebasó el 25 mil por ciento de la pérdida adquisitiva del peso boliviano; la caída vertical de los precios internacionales del estaño y de otras materias primas exportables, generó un estado de convulsión extremo. Más de 10 mil mineros, provenientes de las minas nacionalizadas en quiebra, llegaron a la ciudad de La Paz y la sitiaron.

Siles estaba sentenciado y desde el Parlamento, acortaron su mandato.  En la oposición, operaban desde el Palacio Legislativo, el MNR de Victor Paz y Acción Democrática Nacionalista (ADN), partido fundado por el General Hugo Bánzer.

En 1985, Víctor Paz Estenssoro asumió nuevamente la presidencia de la República y de inmediato lanzó el Decreto 21060, por el que “relocalizó” (despidió), de sus fuentes de trabajo a miles de mineros y trabajadores de las minas nacionalizadas. La Central Obrera Boliviana, las federaciones campesinas, los sindicatos del Magisterio y organizaciones laborales, fueron diezmadas. Fenómeno político que marcaría definitivamente, la creciente debilidad de las instituciones obreras y campesinas hasta nuestros días.

EL REINADO DE LOS
MOVIMIENTOS SOCIALES

Al ingresar a los primeros años del Siglo Veintiuno, los grupos poblaciones del campo y la ciudad, hicieron de vanguardia en los enfrentamientos callejeros contra gobiernos de corte democrático. Levantaron cada vez con mayor fuerza y éxito, el estandarte de la sublevación  como ocurriera en la “Guerra del Agua, en Cochabamba y luego, en Octubre 2003, en las ciudades de El Alto y de La Paz. Amotinamiento civil que culminó con la renuncia del mandatario Gonzalo Sánchez de Lozada.

La Central Obrera Boliviana (COB), la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), y otras federaciones que heredaron el desgaste de las décadas pasadas, actuaron  prácticamente en la retaguardia de las grandes movilizaciones sociales de última generación, siguiendo y apoyando a los movimientos sociales que, sin pertenecer a una clase definida o más bien, integrados por gente de todas las clases sociales, dirigía las acciones contra determinadas instancias y pertenencias del Estado.

Podemos afirmar, que la primera década del Siglo Veintiuno, perteneció a la inventiva y accionar de los movimientos sociales.

Los “movimientos sociales” muestran en la práctica diaria su espíritu independiente, reacio a  compromisos y  alianzas políticas que no respondan en última instancia, a sus intereses. Actúan casi siempre, impulsados en nombre de reivindicaciones concretas.

Una vez que han logrado sus objetivos, retornan a la calma y se difuminan en estado latente, hasta que sale a la superficie una nuevo reto que combatir, no importando quién esté al frente, sea aliado o enemigo potencial.

ANALISIS
ERRONEO

En la actualidad, ideólogos cercanos al indigenismo, erróneamente, afirman que los movimientos sociales constituyen la base social del proceso de cambio; que son la fuerza viva que sustenta al gobierno. Tesis que encuentra su antítesis precisamente, en el espíritu independiente, crítico  y caótico de los grupos sociales.

La tesis, habría tomado como centro del análisis, la premisa de que el líder del proceso de cambio, obtuvo seguidas victorias en los eventos electorales, incluido un referéndum revocatorio con el voto de los movimientos sociales y que por lo tanto, éstos son, naturalmente, la base social y estable  del proyecto.

Enfoque irreal, que habría olvidado, tal vez, la mutabilidad constante de los movimientos sociales.

La tesis oficial, respondería más bien a un análisis estático que no habría considerado el cambio como único factor permanente. Al decir cambio, decimos avance, desarrollo, ruptura.

Si bien es cierto que el gobierno es apoyado por otros movimientos sociales, cuyos intereses aún no han entrado en contradicción con el Palacio Quemado; la tendencia sugiere más temprano que tarde, una posible  “bifurcación”  entre ambas partes.

En ese marco dialéctico, citemos como experiencia los violentos sucesos de Octubre 2003, cuando los movimientos sociales, organizaciones laborales y de vecindarios,  buscaron un cambio (“Agenda de Octubre”), deponiendo al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada;  anulando poco después,  a los sobrevivientes del antiguo sistema político: Mesa-Veltzé.

Hay indicios de que aquel impulso no habría culminado su ciclo en Octubre 2003, sino que estaría presente y activo  en la actual etapa de contradicciones, entre el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), y los movimientos sociales “disidentes”.

PUNTOS DE
RUPTURA

En realidad, los movimientos sociales no han dejado de operar jamás. Por ejemplo el paro cívico del departamento de  Potosí en agosto 2010 que, por su fortaleza consiguió movilizar al país, superando en expectativas a la desaparecida “media luna”. Causó deterioro interno en el MAS y desgastó al mismo gobierno. Félix González, gobernador de Potosí, dejó coyunturalmente su militancia para integrarse al paro. Lo mismo hicieron diputados potosinos del MAS.

Vale la pena comentar los eventos de diciembre 2010 nada casuales. Elevar el costo de los hidrocarburos fue fatal para el gobierno y diseñó un punto de inflexión caracterizado por la dramática  ruptura de la fascinación y encanto que hasta entonces unía a los movimientos sociales y organizaciones de clase, con el gobierno del Movimiento Al Socialismo.

El 26 de diciembre, día del “gasolinazo” (Decreto 748), se rompió la atracción que ejercía la imagen del primer mandatario en los grandes grupos populares. El Decreto, impactó en la economía de los  movimientos sociales;  descubrió la debilidad organizativa del MAS y tocó directamente al liderazgo del primer presidente indígena.

En una semana, cambió radicalmente la situación del  MAS, cuya militancia no apoyó  el gasolinazo. Fenómeno explicable porque el partido de gobierno, se  alimentaba hasta la firma del Decreto,  de los movimientos sociales. ¿Cómo podían apoyar al gobierno, si estos grupos humanos estaban en las calles, rechazando el gasolinazo?
Fue también un examen para el MAS, cuya estructura partidaria o no existía a nivel de un verdadero partido político o en su defecto, no pudo ser activada en defensa del gobierno porque, sus “militantes” sociales estaban protestando en las calles de pueblos y ciudades contra el reciente alza del costo de vida.
En la ciudad de El Alto, el Alcalde Edgar Patana (MAS), fue echado de su oficina, mientras la multitud exigía la derogación del “gasolinazo” y  la renuncia de todo el gobierno. El 30 de diciembre, sindicatos y cooperativas mineras de Oruro y Potosí, anunciaron que marcharían  hacia La Paz, hasta conseguir la derogatoria del “gasolinazo”, retrotrayendo imágenes de Octubre 2003.
La noche del viernes 31, horas antes de Año Nuevo, el primer mandatario,  obligado por las circunstancias derogó el Decreto 748, porque “mandaba obedeciendo al pueblo”.  Pese a ello, el efecto colateral del gasolinazo, repercutió de inmediato en la escasez de alimentos, factor que influyó en nuevas marchas y paros.

En la ciudad de Oruro durante los festejos cívicos del 10 de febrero 2011, una marcha convocada por la Central Obrera Departamental, logró que la comitiva oficial abandonara los homenajes cívicos. Días más tarde, otro mitin  popular salido de El Alto a la ciudad La Paz, planteó la renuncia de la nueva Ministra de Desarrollo, Teresa Morales.
METAMORFOSIS

La metamorfosis de los movimientos sociales, de subyugados a oponentes, alcanzó a las organizaciones laborales. La Central Obrera Boliviana que tenía de Secretario Ejecutivo a Pedro Montes, hombre fuerte del proceso de cambio postulado por el MAS, jugaba un papel neutral, hasta que la  presión interna de los sectores de la COB y el ataque desde las filas del oficialismo contra el propio Secretario Ejecutivo, volcaron las preferencias de Montes hacia los sectores que no comulgan con el oficialismo. El trascendental cambio de opinión de Montes, alineó a la COB a favor de  los movimientos sociales disidentes. Esa fue otra ruptura, que indudablemente, debilitó el proyecto del gobierno.

El viernes 18 de febrero 2011, la COB con su nueva indumentaria,  paralizó la sede de gobierno primero en rechazo a cualquier elevación del costo de pasajes en el servicio público; segundo, reclamando un salario justo ante la elevada inflación;  tercero, contra la escasez de alimentos y cuarto, exigiendo la renuncia de los principales ejecutivos del gobierno.

Pero, las organizaciones obreras, no son las únicas respondonas. En el marco de esta  metamorfosis, el Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qollasuyo (CONAMAQ), organización de raigambre campesina, rechazó en julio pasado la sugerencia del gobierno de adquirir el excedente de coca producida en el Chapare, para  evitar que la hoja milenaria alimente a las fábricas de cocaína del narcotráfico.


TIPNIS


Los pobladores del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), adscritos a la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB), otrora seguidores del MAS, constituyen otro valioso aporte a la tesis de que, los movimientos sociales son ante todo, independientes y que rompen sus ataduras políticas, si éstas no están en correspondencia a sus intereses económicos y culturales.
Como es de dominio público, treinta y cuatro comunidades y doce regiones que viven o dependen del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), apoyados por la CIDOB y organizaciones indígenas del área amazónica de nuestro país, marchan para impedir la construcción de una carretera a San Ignacio de Moxos. La extensa zona selvática posee un millón 236 mil  hectáreas de fértil territorio, fue denominada “Parque Nacional Isiboro-Sécure”, en 1965. En 1990, logró el status de  Territorio Indígena.
En el presente análisis de investigación, dejamos el problema caminero para enfocar la profundidad del problema: la marcha del Tipnis, suma las contradicciones entre varios movimientos sociales y la política del gobierno boliviano.
En efecto. las nuevas contradicciones, han trasladado el conflicto social al Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), y se hizo fuerte después que la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), anunciara que los pobladores de la región, apoyados por diversas etnias del oriente, marchan hacia la ciudad de La Paz, con el objeto de impedir la mencionada carretera.
El presidente de la CIDOB; Adolfo Chávez, dijo que esta organización podría pasarle la factura al gobierno, votando por el “NO”  en octubre, si no se detiene el proyecto caminero apoyado económicamente, en parte, por el gobierno de Brasil.

Después que el gobierno de Brasil  y su embajador en Bolivia, Marcel Fortuna Biato, sugirieran que la administración de Evo Morales  inicie diálogo con los indígenas opuestos a la construcción de la carretera, surgieron  posiciones muy duras que han impedido cualquier acercamiento.

¿Cómo se explica que otro movimiento social, esta vez del oriente boliviano, eche por la borda su alianza con el MAS?

Sin duda alguna, la CIDOB, de larga historia sindical y una de las primeras organizaciones  que introdujo en Bolivia, la marcha interdepartamental como forma de lucha reivindicativa; ya no pertenece al área de influencia del MAS.


MOVIMIENTOS
SOCIALES OPUESTOS

Hay otra figura que tal vez, repercuta en este conflicto a medida que los indígenas avanzan hacia la sede del gobierno y que necesariamente, deben transitar por el subtrópico de Cochabamba. Los marchistas del TIPNIS, calculan que su caminata hasta La Paz, duraría más de un mes. En ese período de tiempo, núcleos sociales pertenecientes  a la Seis Federaciones de Productores de Coca del Trópico de Cochabamba y  organizaciones femeninas cercanas a las “bartolinas”,  intentarían posiblemente neutralizar a  los caminantes del TIPNIS.
Por otra parte, la Confederación Sindical de Campesinos Interculturales de Bolivia (CSCIB), declaró públicamente su deseo por ocupar las  tierras del Parque. Esta  Confederación, podría desviar  la lucha de las comunidades que pueblan el TIPNIS y transformar el rechazo a la construcción de la carretera, en una lucha por la posesión de tierras del Parque Isiboro-Sécure.
Otro indicio del malestar emergente, es la disminución del grado de influencia de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), en los trabajadores rurales,  por su indiferencia ante los problemas que atañen a las etnias del oriente. La CSUTCB ha intercedido reiteradamente en favor del gobierno para desmovilizar la marcha del TIPNIS y  deslindó cualquier ligazón con el esfuerzo de los marchistas.
La organización opuesta y que podría suplantar a la CSUTCB o por lo menos atraer a los sectores campesinos, sería el CONAMAQ, que empieza a ocupar el vacío político de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia. El CONAMAQ, por su audacia y línea contestataria al gobierno, no sólo participa en la problemática del TIPNIS, sino que también, se posesiona como una entidad leal, por encima de cualquier convenio político, hacia la masa campesina e indígena.
 Mientras tanto, se han pronunciado con vehemencia dos estamentos: la  Federación de Juntas Vecinales (FEJUVE) de la ciudad de El Alto, que exige entre otras reivindicaciones la realización del Censo y la Central Obrera Boliviana (COB), que reclama el cumplimiento de ocho puntos. Los más importantes, son: reestructuración de la Caja Nacional de Salud,  respeto al fuero sindical, abrogación del decreto 21060 y cumplimiento del incremento salarial.
CONCLUSIONES
El impulso combativo y de cambio que levantó a miles de ciudadanos en las ciudades de El Alto y La Paz, en Octubre 2003, hasta lograr la renuncia del primer mandatario Gonzalo  Sánchez de Lozada, de sus aliados Manfred Reyes Villa y Jaime Paz Zamora y luego quitar el respaldo político a los sucesores Carlos Mesa y Rodriguez Veltzé, no fue agotado en aquella etapa de cruenta convulsión social.

Aquel ciclo no culminó el 2003 y parece estar presente en los ajetreos de los movimientos sociales que desde entonces hasta nuestros días izan la bandera de viejas y nuevas reivindicaciones.

Está planteado en el escenario nacional, la existencia objetiva de movimientos sociales “disidentes” que si en principio apoyaron al gobierno del MAS, hoy constituyen la fuerza primordial que se rebela contra quienes no cumplen la “agenda de Octubre”.

Estos movimientos disidentes, no son producto del trabajo de la oposición política, porque ésta deambula bajo los efectos demoledores de Octubre 2003. En efecto. La oposición no tiene un norte ni un programa alternativo. Su actividad se resume a intervenciones ocasionales de los parlamentarios asambleístas.

En cuanto a los movimientos sociales, que aún están bajo la influencia del MAS; podrían ser utilizados contra los movimientos sociales “disidentes”.  Sin embargo, esta posibilidad es cada día más remota por la característica principal de los movimientos oficialistas y disidentes: espíritu independiente y  tendencia a romper lazos políticos y alianzas, si sus intereses no son respetados o no son atendidos a tiempo. Así lo señala la experiencia que vivimos a lo largo y ancho de nuestro país.

Al concluir nuestra investigación sobre los movimientos sociales, debemos apuntar que, las organizaciones campesinas e indígenas, entre ellas la CSUTCB, sufren también los rigores impuestos por el levantamiento de Octubre 2003. No sería raro que, la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, pase de las manos del oficialismo a las manos del CONAMAQ, como sugieren las tendencias de cambio y reacomodo de fuerzas sociales (clovisdiaz@yahoo.es).-.


Artículo publicado en Agosto 2011. Por su contenido actual, lo edito nuevamente.-. 

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